Por qué es imprescindible una política feminista
Es importante. Primero porque demuestra que la conciencia sobre la desigualdad estructural entre hombres y mujeres ha llegado
nada menos que a la política; y segundo porque se reconoce que hablar
de mujer en términos de igualdad y con perspectiva de género es hacerlo
desde el feminismo.
No deja de resultar
curioso que en una sociedad donde la palabra feminismo aún ponga a la
defensiva casi por igual a hombres y mujeres, izquierdas y derechas, nos
encontremos de repente debatiendo en los medios de comunicación
sobre el grado feminismo de los partidos políticos. Saquemos el
“feministómetro” y pongámonos a medir: cómo de paritarios son los
órganos de dirección, número de feministas por cada 100 militantes,
referencias a políticas de la mujer en el programa, etc. Y esto, ¿de
verdad importa?
Pues
importa muchísimo. Primero porque demuestra que la conciencia sobre la
desigualdad estructural entre hombres y mujeres ha salido de las esferas
estrictamente feministas y ha llegado nada menos que a la política; y
segundo porque se reconoce que hablar de mujer en términos de igualdad y
con perspectiva de género es hacerlo desde el feminismo.
Sin duda, esta situación es
parte del momento político en el que nos encontramos y en el que la
ciudadanía quiere sacudirse las cargas de un sistema agotado política y
socialmente. La transformación que se busca parte de los principios de
igualdad y democracia. Algo que pasa inevitablemente por que la mitad de la población tengamos la mitad de todo . Históricamente en todas las luchas sociales y políticas se ha priorizado la lucha contra el sistema, con la promesa de ocuparse luego de las mujeres. Y
así estamos, esperando desde la Revolución Francesa. No, las mujeres
somos parte del todo y sólo incorporando el feminismo a la política
evitaremos reproducir las desigualdades que queremos combatir. Ha
llegado el momento de hacer política feminista, hacia dentro y hacia fuera. Sin duda, eso es parte de la nueva política.
Lo cierto es que, a pesar de
que no esté bajo el foco mediático, EQUO lleva funcionando desde sus
inicios de la manera en que la sociedad española pide hoy a gritos.
Además de la horizontalidad, transparencia y democracia interna,
funciona de forma feminista desde sus inicios. La paridad es una de nuestras señas de identidad: desde la coportavocía a cualquier órgano territorial.
Y sin embargo, no nos conformamos. La paridad ha de ser también
política no sólo cuantitativa. Por eso, uno de los objetivos políticos
que nos hemos marcado en esta nueva etapa es dar respuesta a los dos
grandes retos que existen hoy en política desde el punto de vista
feminista: lograr que más mujeres participen en política y fomentar y
apoyar los liderazgos femeninos. La visibilidad pública de las mujeres
en política, más allá de la foto en actos y ruedas de prensa, y su
participación en los ámbitos de decisión, es decir allí donde está el
poder, es condición sine qua non para una política feminista.
Pero esto no es suficiente. Nosotras creemos que los partidos políticos
somos una herramienta de transformación social al servicio de la
ciudadanía, y que el feminismo debe trascender nuestra propia casa. Un
partido político será más o menos feminista en la medida en que las
acciones y medidas políticas propuestas lo sean.
Aunque no se analicen como deberían, todas y cada una de las acciones políticas de las instituciones tienen un impacto positivo o negativo sobre la igualdad de género. Estos días ha aparecido una denuncia en los medios referida a que el estudio sobre el impacto de género de los presupuestos del Estado
es insuficiente, no establece ningún tipo de recomendación, y además no
utiliza la perspectiva de género. Exactamente a esto nos referimos: una
política feminista analizaría las acciones planeadas desde la
perspectiva de género, vería en que medida afecta a la igualdad social,
económica o política de las mujeres y adoptaría las medidas correctoras
necesarias, llegando incluso a desestimarlas si contribuyen a aumentar
la desigualdad.
Si algo nos ha enseñado el feminismo es a mirar con otros ojos la
realidad, a detectar y a luchar contra la discriminación y la
desigualdad. Aplicado a la política, el feminismo nos muestra, por
ejemplo, cómo el dinero público está contribuyendo a crear o reproducir
desigualdades de género y con ello a perpetuar esterotipos sexistas.
No podemos dejar pasar la oportunidad de cambio que estamos viviendo
para transformar radicalmente el sistema, no aceptamos parches
cortoplacistas ni remedios parciales. En EQUO creemos que para que el
nuevo modelo sea sostenible y socialmente justo debe incluir en sus
planteamientos los límites del Planeta y el feminismo. Esta visión,
apoyada en tres años de trabajo hacia dentro y hacia fuera, con unas
propuestas serias y coherentes, creemos que nos convierte en un actor
imprescindible para el cambio. Un cambio, que o será feminista, o no
será. Al menos para la mitad de la población, algo que nos afecta a
todas y todos en su globalidad.
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